Una espiritualidad infranqueable por el Capital

Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es. JP Sartre

domingo, 26 de septiembre de 2010

Tiempo de revoluciones desde abajo

Presentación de Isabel Rauber a la edición boliviana del libro Más allá del capital
ESTAMOS viviendo una época de crisis histórica sin precedentes, que afecta a todas las formas del sistema del capital, no nada más al capitalismo. Es fácil comprender, entonces, que lo único que podría producir una solución viable a las contradicciones que tenemos que encarar sería una alternativa socialista radical al modo de control metabólico social del capital. Una alternativa hegemónica que no se vea atrapada por las restricciones del orden existente al mantenerse en dependencia del objeto de su negación, como ocurrió en el pasado. Aunque debemos estar alertas a los inmensos peligros que aparecen en el horizonte y enfrentarlos con todos los medios a nuestra disposición, las negaciones no son suficientes por sí solas. Es necesario por igual formular con claridad la alternativa positiva que podría tomar cuerpo en un movimiento socialista radicalmente reconstituido. Porque la factibilidad del éxito guarda una relación de dependencia vital con el objetivo elegido de la acción transformadora, si lo definimos como ir positivamente más allá del capital, y no simplemente como el derrocamiento del capitalismo. Por lo menos, de las dolorosas lecciones del derrumbe del llamado “socialismo realmente existente” nos debería quedar bien claro esto: fue prisionero, a través de su historia, de determinaciones negativas.

Este párrafo concentra el ideario y el empeño de Meszaros, su obsesión comprometida con la búsqueda de alternativas que permitan construir una nueva civilización humana superadora de los “males” producidos por el capitalismo simultáneamente con los procesos sociales que lo confrontan cotidianamente. No habrá posibilidad alguna de superar la trampa cultural del modo de vida generado por el capital si no se rompe de raíz con la lógica de su funcionamiento, es decir, de su producción y reproducción en todos los ámbitos de la vida social. Para ello es vital construir otra lógica, no contraria a la del capital sino radicalmente diferente y superadora, capaz de poner fin a su cadena creciente de exclusión, enajenación, jerarquías, opresión y explotación humanas.

La vida de István Mézsáros ha estado llena de grandes desafíos, no solo por las preguntas trascendentales que como pensador y revolucionario se propuso y trabajó por encontrarles respuesta, sino por las vicisitudes, incomprensiones e injusta persecución a las que se vio sometido en su propio país de origen. Pero Mézsáros es de aquellos hombres imprescindibles, de los que luchan toda la vida. Su trabajo preñado de innumerables enfoques e ideas valiosos, es digno de ser leído no solo por su contenido, sino también por ser la obra abnegada de un genuino luchador por la emancipación humana.

Lo conocí personalmente en el Primer Foro Social Mundial, en Porto Alegre. Aunque me había relacionado poco con sus escritos, lo conocido despertó una profunda admiración por su trabajo. Cuando me dijeron: “ahí está”, sin pensarlo dos veces me lancé hacia su mesa, presentándome sin preámbulos. Estaba sentado tomando un café con Donatella, su esposa y compañera de vida. Me invitó a compartir la mesa y comenzamos a hablar sin parar, de todo; teníamos que saber uno del otro rápidamente. Yo tenía su libro “Socialismo o Barbarie”, publicado en Brasil, y le pedí su autorización para traducirlo al español y publicarlo a través de Pasado y Presente XXI. Prontamente accedió y al poco tiempo lo publicamos. Desde entonces entablamos una relación estrecha de intercambio de reflexiones, emprendiendo pequeñas tareas conjuntas y compartiendo sueños. Estos conectaron nuestros pensamientos y, con ellos, las diferentes prácticas y experiencias. Y de entonces hasta ahora.

Los análisis de Mészáros referidos al capitalismo actual y los planteamientos acerca de la posibilidad de su superación positiva, es decir, poniendo fin a los mecanismos de producción y reproducción de la enajenación creciente de la humanidad, engarzan (y actualizan) los planteamientos y las propuestas de Carlos Marx con la problemática y las demandas de nuestra época. Su obra constituye un puente analítico clave para pensar quiénes, cómo y desde dónde plantearse la transformación de la sociedad que supere al capitalismo y al capital. En tal sentido, sus reflexiones –y su práctica de vida- acerca de las experiencias socialistas este-europeas del socialismo del siglo XX, resultan esclarecedoras para comprender que pueden ocurrir revoluciones sociales que derroquen a los capitalistas sin que ello signifique poner fin al predominio y la hegemonía del capital. Teniendo esto muy presente, Mészáros se aplica precisamente a identificar y exponer los elementos centrales que contribuyen a que los procesos de luchas sociales por la superación del capitalismo sean -a la vez-, procesos de supresión/superación de la lógica de funcionamiento del capital (del metabolismo y el orden social impuesto por el capital).

Se trata, explica reiteradamente el autor, de una superación radical y no de una sustitución, de un cambio de lugar (de la producción a la gerencia, por ejemplo). Para construir una nueva sociedad, socialista, no basta con que los obreros expulsen a los capitalistas y tomen el control de la producción, no basta con que un grupo de revolucionarios se apodere del aparato estatal y socialice (estatice) la propiedad de los medios de producción y la producción misma, no basta con que la burocracia gerencial y los tecnócratas del capitalismo sean reemplazados por cuadros del partido -en tal circunstancia- devenidos en “burócratas revolucionarios”. Todo esto puede hacerse, como se hizo y lo demuestra la historia, sin poner fin a las cadenas de sujeción a los dictados del capital y su lógica de funcionamiento. Dar vuelta a la tortilla, es mantenerse dentro de la sartén controlada por el capital, y esto lleva a la distorsión de los objetivos estratégicos, y la derrota ahora lo sabemos resulta inevitable, pese a los grandes ideales que sustenten la epopeya revolucionaria. Por ello, coincido profundamente con Meszáros cuando señala la imprescindible ligazón que existe entre la necesidad de superar el capitalismo e ir mas allá del capital, construir lo nuevo fuera de su dominio, es decir, desde otro lugar, con otras lógicas. Y estas solo pueden ser tales si son pensadas, diseñadas y construidas desde abajo por los pueblos.

En sí mismo, el proceso de transformación es a la vez un proceso de construcción de nuevas lógicas, articulaciones, institucionalidades, metabolismos sociales, etc. Son “nuevas” en tanto nuevo será su predomino como estructurantes del (nuevo tipo de orden del) metabolismo social, pero muchas de ellas están presentes ya entre nosotros –como avances-, en las comunidades de los excluidos, explotados y empobrecidos por el capital, profundamente articuladas a los mecanismos de sobrevivencia: redes de economía solidaria, trueque, comedores y huertas comunitarias, trabajo cooperativo comunitario, redes solidarias de convivencia, institucionalidad y formas de organización y funcionamiento comunitario autónomos de la institucionalidad dominante, como es, por ejemplo, la realidad de los pueblos indígenas en estas tierras.

Y todo esto se relaciona tanto con la propuesta la “alternativa positiva” que señala Mészáros , como con los métodos y medios empeñados en su construcción concreta, en hacerla socialmente hegemónica. Es decir, tiene que ver con el proyecto, con lo programático, con la organización y, por tanto, con lo central determinante de todo proceso social: los actores sociales y políticos (sujetos del cambio), y –de conjunto- con el poder. La organización (instrumento político) que el colectivo de actores se dé para llevar a cabo las tareas estratégicas solo puede definirse conjugando en una misma sintonía ideológica/liberadora y de liberación todos estos elementos.

No hay lugar para concebir/realizar tareas que contradigan los resultados; no hay lugar para concebir/emplear medios que contradigan fines; no hay posibilidad de que una vanguardia iluminada pueda reemplazar al actor colectivo. Poner fin a la locura criminal del capitalismo y construir una nueva civilización humana en función de la humanidad, es decir, conquistar la liberación de la humanidad, no es responsabilidad de élites sino de la humanidad toda, ante todo, de los pueblos, protagonistas de los cambios.

Se trata de un protagonismo colectivo, que se vive en cada revuelta, en cada lucha de calles… reivindicativo-política. Reclama por tanto –para encauzarse hacia un proceso de transformación social , construir la convergencia orgánico política de los actores, sus problemáticas y propuestas, condensándola en lo que será –en cada realidad el proyecto político superador del capitalismo y del orden social del capital. Es este el factor clave (constitutivo autoconstitutivo) que marca el nacimiento (por maduración autoconsciente de los protagonistas) del actor colectivo (agente histórico del cambio) vitalmente interesado en ir más allá del capital y con capacidad para ir haciendo realidad su utopía liberadora, cotidianamente, en todos los ámbitos de su quehacer. Es este punto neurálgico de apuesta a la vida el que hace de este un texto profundamente contemporáneo con la revolución democrático cultural que llevan adelante los pueblos de Bolivia.

Esta ha comenzado a desandar los caminos culturales que fueron impuestos, marcados y afianzados por la hegemonía de los conquistadores/colonizadores, predominante hasta ahora en los ámbitos del poder sobre la vida humana en Bolivia (como en Latinoamérica). Como es un proceso verdadero es un desandar que emerge de la raíz y hacia ella vuelve los cambios, es decir, se trata de una superación radical, desde abajo, de la penetración/dominación cultural, económica, política y social de los colonizadores y usufructuarios del capital.

No es teórico el debate sino práctico. Se trata de un modo de vida que debe ser desplazado por otro; son prácticas y conductas diferentes que deben abrirse paso entre las hasta ahora hegemónicas. Porque para ser superada una dominación (conducta) cultural tiene que ser desplazada/reemplazada por otra distinta, diferente, y en este caso superadora. Y esto reclama un querer (primer espacio indispensable) y un aprender, un aprender que se funda en la combinación de la apropiación de los saberes ancestrales, junto a lo nuevo y diferente que late en las resistencias y luchas de los pueblos. Es por ello también un estar abiertos a todo aquello que va siendo creado por todos y todas en la misma medida que lo van construyendo/aprendiendo, de conjunto, en las prácticas actuales y venideras. Es por ello un aprender haciendo, un transformarse transformando, es decir, parte de la transformación misma. Es la epopeya de justicia mayor que vibra y se fortalece en cada hombre y mujer que ha gestado y es sostén de la revolución democrática cultural que late hoy en Bolivia, y desde Bolivia en los pueblos de Latinoamérica y el mundo. Es el intento más radical y profundo de ir más allá del capital, comenzando por poner fin al dominio y la exclusión que este impuso a sangre y fuego a los habitantes de estas tierras para llenar las arcas de los poderosos y satisfacer sus enfermizas ansias de poder y de lujos extravagantes; es por ello, el acto de justicia y ética primero y clave de la revolución.

Si la guerra es la continuación de la política por otros medios, y la política es la expresión concentrada de la economía (quien podría dudarlo), queda claro que la guerra es –como ha sido el brazo armado de la economía (del capital) cuando los capitalistas la necesitan para acrecentar sus arcas. Así ha sido en tiempos de la acumulación originaria del capital y de su primera gran expansión mundial (globalización temprana), que se aceleró y acrecentó con la conquista y apropiación de territorios lejanos a Occidente, como ocurrió por ejemplo, con la invasión, matanza, saqueos y ocupación de las tierras de América, con la piratería, con la apropiación de los bienes y las riquezas de los pueblos originarios y la masacre de sus poblaciones, con la eliminación, el sometimiento o el exterminio de sus culturas, modos de vida, lenguas, etcétera. Así también es hoy. Por eso resulta tan peligrosa la crisis mundial del capitalismo, porque proporcionalmente a su debilidad es su capacidad de despliegue de irracionalidad y peligrosidad cual fiera enjaulada y hambrienta, capaz –como ya lo ha demostrado una y otra vez- de apelar a todo tipo y magnitud de guerras para saciar sus de dinero y riquezas.

La vida está una vez más amenazada por el capital y, por ello, lejos de apostar a las guerras –totalmente funcionales al capital y al imperialismo-, quienes sostenemos y defendemos la vida debemos apelar a la propia vida, es decir, a los hombres y las mujeres de los pueblos que han demostrado tener las reservas morales suficientes para defender las perspectivas de sobrevivencia humanas.

La vida se sostiene y defiende con más vida. Por eso, la batalla primera con el capital es cultural: se trata de vivir de un modo diferente al del capitalismo, de construir un modo de vida que pueda poner fin a las aberraciones y la multiplicación de la muerte producidas por el capital. Se trata de un modo de vida que se asiente en la solidaridad en vez del individualismo, en la cooperación y complementariedad en vez de la competencia y el antagonismo, un modo de vida que abra las puertas a los saberes plurales, a la democracia participativa de la diversidad y no a la tiranía suplantadora/manipuladora de las mayorías, al florecimiento de las identidades y culturas de los pueblos, profundamente enraizadas en la promoción y defensa de la vida.

Se trata, en definitiva, de crear/construir una nueva civilización humana en función de la humanidad. Vivir para nosotros/as y no en función de los requerimientos y designios del capital y su malsana y destructiva sed insaciable de ganancias. Esto es: liberarnos de su yugo y poner punto final a la enajenación que nos hizo y hace vivir nuestra vida como si fuera ajena (del capital), y convertirnos en dueños de nuestros destinos.

Esta es la posibilidad/realidad que late hoy en Bolivia en la apuesta al rescate de la dignidad de los pueblos secularmente mancillados, en la recuperación de las identidades y en la determinación de construir/crear un estado plurinacional e intercultural sobre bases de justicia y equidad para todos y todas, un Estado que ponga fin a la sociedad de supuestos derechos universales aparentemente existentes y vigentes para todos, que tras el velo de lo abstracto oculta una realidad de exclusión, discriminación, racismo, sometimiento y muerte para los pueblos. Esto es lo que resume y condensa, estimula y proyecta la propuesta y apuesta prácticas de la revolución democrática cultural (descolonizadora/liberadora) que está ocurriendo en Bolivia con la fuerza y energía propias de todo proceso radical auténtico de los pueblos.

Más allá del capital es una fuente extraordinaria de conceptos y análisis y puede considerarse una obra resumen del pensamiento de István Mézsáros. Para esta edición tomamos como base el texto en español publicado por la Editorial Vadell, de Caracas, a cuyo director Sr. Manuel Vadell, expresamos también nuestro reconocimiento por su solidaria colaboración. De la traducción de dicha publicación hemos modificado algunos conceptos (particularmente aquel identificado por el traductor como “agencia histórica”), con la finalidad de facilitar la comprensión de las reflexiones centrales del texto. La otra modificación es de formato, puesto que debido a su extensión hemos decidido –de común acuerdo con Istvan Mészáros-, publicar Más allá… en dos tomos. En época de revolución, cuando el tiempo siempre escasea, la lectura se lleva con uno.

No hay dudas de que en Bolivia se viven tiempos pioneros de las revoluciones desde abajo, pertinentes en el siglo XXI. Por ello, la publicación de este libro en tierras bolivianas, en estos tiempos, marcados por procesos de resistencia y cambios, creados, sostenidos y protagonizados por los pueblos, es un profundo orgullo y compromiso militante por la vida que comparto con István Mészáros, con la Vicepresidencia del Gobierno de Bolivia, “editora” sui generis y promotora de este libro, y con el pueblo todo. Sirva este espacio también como reconocimiento a su apoyo, consecuencia y construcción estratégica, sostenidas en medio de las arduas, tensas e impostergables tareas cotidianas que les exige la apuesta revolucionaria hoy.

8 comentarios:

ELVIRA dijo...

REVOLUCION DESDE ABAJO.

Todo nace de algo, ésa nueva teoría, ése nuevo pensamiento del medio social, de las circunstancias y el desarrollo. El único sentido de la la filosofía era la vida misma, conocerla y brindar los instrumentos teóricos necesarios para su transformación práctica. Hay que buscar pensamientos concretos y respuestas adecuadas, la realidad social cambia todos los días, por lo tanto los pensamientos y la activivdada humana también. En lo histórico siempre hubo lucha de movimientos sociales (obreros y campesinos). Desde el poder de vida que está dentro de cada uno(la primer fuerza de poder), cómo que está algo fuera de nosotros que al pueblo le ha sido quitado por la fuerza de trabajo. La lucha de pueblos, la resistencia, es parte de la transformación misma. Basta de arcas llenas de sangre para satisfacer a los pocos y exigentes ricos con sed de poder y extravagancias. A partir de un eje hegemónico y dominante es el capital, sin embargo al haber apostado a quitar a los capitalistas de las empresas, que la tortilla se vuelva lógica de capital, poder elitista, capacidad social en pocos, hay enajenación, hay que crear cosas diferentes,hay que lograr que los cambios se produzcan desde adentro del poder, hay que construir un poder diferente, tiene que ver con lo que no se entiende, etapa diferente de Bolivia, cambio de país. Cuando se piensa en la transición en democaracia, se desatan los antagonismos, los pueblos tienen que recuperar su identidad, construir en función de la humanidad, de la solidaridad, hay que defender la vida, hay que eliminar el sometimiento de culturas.QUE SEAN LOS PUEBLOS LO QUE CONSTRUYEN EL PAIS QUE QUIEREN VIVIR!!! ES DECIR...¡¡COMO QUIERO VIVIR!!!

Lucas dijo...

Comienzas hablando de una crisis histórica que, más que afectar al capitalismo, afecta al capital mismo. La pregunta madura que cae es: ¿cuál es el capital? Siguiendo tu texto encuentro que lo asimilas al poder económico, o, según mi entender, a la riqueza, a lo material.
La idea central del texto es entender que el mundo actual se rige por la lógica del capital. Plantea cuál es la relación entre los humanos y los bienes. Estamos en un tiempo en que ya no alcanza con distribuir la riqueza, o socializar los medios de producción, sino que es menester dar un salto cualitativo. Salto que establezca qué producir y para qué producir. Donde no sólo se menosprecie la producción realizada a través de una organización duramente jerárquica con beneficio para un puñado de empresarios o capitalistas, también se cuestione profundamente el porqué de esa producción y si contribuye, o no, al mejoramiento de la dignidad humana.
Ya no es un tema de formas o modos de producción, sino que urge hacer un cambio de fondo, de valores. Según el autor, para esto es necesaria una superación positiva al capital, que rompa con el “coloniaje cultural” (como diría Jauretche).
En el neoliberalismo el valor principal es conseguir dinero, para asegurarse el bienestar, la libertad y hasta incluso la dignidad. En un socialismo ortodoxo el valor principal es que los medios de producción no estén en manos privadas, sino socializados.
Pero el eje en ambos casos sigue siendo el mismo, el capital. Cambia el modo en que se produce, pero no se cuestiona cuál es la riqueza.
Hubo, en nuestro caso, un sistema que vislumbró un cambio de eje en la discusión. Planteó como central, no cómo producir, sino la dignidad humana, y sobre todo, la de los trabajadores. Dio un salto cualitativo, jugó con otro plano además del materialismo, y llenó de valores espirituales un movimiento político. Su nombre es: el justicialismo. Es por eso que muchas personas, intelectuales en su mayoría, no lo comprenden, algunos dicen que fue una especie de capitalismo, otros que fue una revolución inconclusa. Sin embargo sigue marcado a fuego en el corazón de muchos argentinos. Y esto ocurre porque lo central no era tanto el capital sino la dignidad humana. No importaba mucho estar más a la izquierda o a la derecha en las decisiones políticas, sino defender a los abnegados obligados del sistema, a los humildes. Lamentablemente esta nueva concepción de valores políticos no duro mucho. Fue salvajemente golpeada por ataques imperialistas, sacado de cuajo del poder político, y no pudo volver a rearmarse, como en aquellos años, por intereses espurios y nefastos desde fuera y, lamentablemente, dentro del movimiento.
Retomando la senda del siglo XXI, un ejemplo, claro como el agua, es lo que ocurre con el medioambiente. El mundo llegó a un grado tal de degradación en donde la problemática ambiental está pidiendo a gritos ser atendida. Y los diferentes gobiernos, sean del color que sean, deberán, obligadamente, adoptar medidas ecológicas para la subsistencia de la vida, del planeta y la propia. Y acá es fundamental la construcción desde abajo, como mencionas, para impulsar esa decisión política. Porque difícilmente los poderosos dejen esa venda que tanto los ciega y tanto los aliena, el capital. Sólo un fenómeno tan fuerte como la vida misma puede hacer torcer esa valoración por lo material, para dejarla en un segundo plano. Y esa fuerza, para enfrentar a gigantes del poder, sólo la tiene un sujeto histórico: el pueblo. Es el único que vive las penurias y malos tratos de cada sistema, el que padece la pobreza y la ostentación mísera de la riqueza. El que sufre en carne propia el dolor de los excluidos. El que puede realizar la “alternativa positiva”, como en Bolivia. En donde sólo sus valores populares pueden salvar a los humildes, y despertar el profundo amor del pueblo, que descansa como un gigante dormido, pero que vislumbra con cada mirada, con cada sonrisa, con cada alegría de los humildes.

luis umpmayo dijo...

Ciertos acontecimientos ocurridos durante los ultimos años dandole un gran deterioro al sistema del socialismo existente , con la apricion de violentos y destructivos nacionalismo como lo pasado en la antigua union sovietica y un resurgimientop de la extrema derecha en paises europeos . Todos estos hechos resfuerzan la creencia de polt,universal . No es nada facil pero apuesta a las practicas revolucionarias liberadoras como ha puesto en marcha Bolivia con fuerza y energia autentica de los pueblos.-

p v dijo...

genial lucas! me encantó su comentario.
Saludos !

Maria Concepcion Ramirez dijo...

Tiempo de Revenuciòn desde abajo.
Me gusto mucho la explicaciòn del concepto, de ir Màs Allà del capital.Sin dudas estamos viviendo en una crisis historica por lo tanto se necesita urgente de cambios.En este caso seria alternativa socialista radical al modelo de control metabólico social del capital.Es necesario formular con claridad la alternativa positiva que podia formar cuerpo en un movimiento socialista radicalmente reconocida.La flexibilidad del èxito guarda una ralaciòn de dependencia vital con el objetivo elegido de la acciòn transformadora,si lo definimos es como ir Màs allà del capital, y no simplemente como derrocamiento del capitalismo.El capitalismo fue prisionero,atravès de su historia, de determinaciones negativas.La nueva alternativa permite construir una civilizaciòn humana, superadora de los males producido por el capitalismo.Para ello es importante construir una nurva lógica, no contraria sino completamente difernte y superadora,capaz de poner fin a su cadena creciente de excluciòn,enajenación,jeràrquicas,apresiòn y explotaciòn.
Ir fuera de la dominaciòn,solo pueden suceder pensadas,diseñadas y construidas desde abajo por los pueblos.Construida desde otro lugar,con otra mirada,otra lògica de construciòn.En este caso seria el proceso de tansfomaciòn,articulaciònes,institucionalides,metabolìsmo sociales,etc.Lo colectivo de los actores pueden definirse conjugando en una misma sintonìa ideologica de liberación de todos los elementos.Conquistar la liberaciòn no depende de la èlite, sino del pueblo entero.Debe ser protagonista en los cambios.Debe ser protagonista en cada revueta,en cada lucha,hay que hacer política.Hay que ir Màs allà del capitalismo dominante que sòlo tiene esclavitud y tristeza.El factor clave constitutivo,auto constitutivo que marca el nacimiento de la maduraciòn, auto consciente de los protagonistas.Asì se hara realidad la autpìa,si todos somos conscientes,responsable y defendemos la vida. Bolia es un ejemplo.No es teòrico el debate sino pràtico`.Se tiene que abrir paso, tiene que ser distinta a la hegemòca.Tiene que haber un espacio, un aprender y un querer.Se nesecita el acto de justicia y la ètica sin duda.Esa es la clave de la revoluciòn defender nuestros derechos,la vida humana.La vida se defini con màs vida,por eso la batalla primera con el capital es lo cultural.Constuir un modo de vida que pueda poner fin a las aberraciones y la multiplicaciòn de las muertes producidas por el capital.Hay que ser conscientes de ser solidarios no centrarse en el individualismo.La democracia es eso ,la participaciòn de la diversidad, de los saberes plurales.Se trata del florecimiento de la viva,de la nueva civilizaciòn humana .Vivir para nosotros y no en funciòn de los requerimiento del capital que sòlo apunta hacìa la ganacia y el mercado.En Bolivia hay una fuerte consciencia del rescate de la dignidad, de la vida, de los pueblos.Los ciudadanos conscientes y formado en la mentalidad colectiva se puede ir Màs Allà del capital dominante, que sòlo se dedica a la minorìa èlite y burguesia.Con la unidad y determinaciòn ,seguro se puede llegar a la meta.

Anónimo dijo...

Quiero comenzar a escribir en tu blog con una definición que hiciste respecto a Cuba en tu libro SUJETOS POLITICOS "la existencia de Cuba fue vital, su resistencia sin límites ni precio, su ejemplo de voluntad, dignidad y solidaridad, aún en las más difíciles condiciones, ha sido y es un puntal y estandarte de la utopia de liberación indo-afro-latinoamericana." El pueblo Cubano que tiene la más avanzada conciencia política del continente, requiere algunos cambios. Estos cambios no apuntan a los exigidos por los medios hegemónicos del imperialismo y sus aliados. Veamos cuales son: 1.La superación del monopolio estatal sobre los medios de producción en favor de una propiedad social, diversa, que incluya multitud de formas cooperativas y que garantice una verdadera relación de dueños de los trabajadores hacia los medios y los resultados de su producción. 2.Un verdadero empoderamiento de las bases sociales con un mínimo aparato burocrático, siempre sometidos a control, no de otros burocráticos, como ahora muchas veces ocurre, sino de las bases sociales. 3. Mayor aprovechamiento en favor de los cambios necesarios de la capacidad critica que la propia revolución ha creado en las distintas generaciones de revolucionarios, incluidos los jóvenes, de los que dependerá el futuro de la revolución. Superación del excesivo paternalismo inter-generacional 4. Preservación del ser humano como centro de todo entramado social.
En definitiva estos cambios buscan: a) Una propiedad social de verdad. b) Un poder que sea social de verdad. C) un ser humano que sea de verdad central, d) una revolución que sea de verdad de todos los revolucionarios. (Fuente: “Cuba necesita cambios” Revista Sudestada Junio 2010).
Me pareció un buen ejemplo para entender lo que plantea Istvan Mèzsáros cuando habla de un nuevo tipo de socialismo, un socialismo que en Cuba nos demostró un gran ejemplo de que se pueden lograr todas las reivindicaciones que tanto anhelamos por toda América, pero como todo proceso si no avanza retrocede, no se puede dar ni un centímetro al imperio.

Daniel G.

Anónimo dijo...

se entiende que aparte de derrotar el capital, hay que crear una nueva organización de vida utilizando nuestros recursos naturales al servicio de todos. fíjate que la lógica del capital cuida la propiedad privada antes que la vida de la gente que muere por carecer de cualquier tipo de recursos. donde se vio una ley que diga que nadie puede morir de hambre o nadie puede no tener casa, cuando hay gente que les sobra.. bueno esa es la lógica que debe romperse todos estamos relacionados con todos en el mundo. no es que hay gente que no tiene nada que ver con los pobres.
quisa es mas dificil la lucha es por la conciencia colectiva crear las bases epistemologico-politicas para crear el nuevo orden. otro ejemplo de poder desde abajo puede ser el zapatismo: cuando luchaban por la autonomía de los municipios, crearon su propia cultura y lógica de solidaridad para la subsistencia. los cargos públicos no eran pagos y eran rotativos, etc.
algo muy rescatable que decían ellos era que su lucha era por la paz, la justicia, la autonomía y no por un cargo publico. eso da cuenta de que crean poder desde abajo y no siguen el mecanismo históricamente constituido de lo político o de la forma de hacer política.
ivan .o.

Anónimo dijo...

Rubén Diaz, dice:

Es muy valioso y orientador el artículo para despertar en algunas conciencias, el devenir de los nuevos tiempos que se avecinan, a partir de la crisis moral, ética, económica, social, cultural del capitalismo en todas sus formas.

Es importante la idea generadora de ir más allá del capital, y no solo derrocarlo.
No se podrá superar el capital, sino se rompe definitivamente su lógica de funcionamiento, su producción y su reproducción, su larga historia de causar hambre y depredación en los pueblos.

Y creo que es necesario y vital, construir una lógica totalmente contraria. Es necesario construir un nuevo paradigma de sociedad.

Es necesario para terminar con el empobrecimiento y exclusión de amplios sectores de la sociedad y enriquecimiento de unos pocos.

Es necesaria la creación de un nuevo modelo de sociedad, diferente de lo ya creado y probado, llamese socialismo o capitalismo.

Esta transformación debe ser llevada a cabo por los sin parte, los que no tienen parte, en esta sociedad liberal e individualista.

Hay que darle participación, organización, a los de abajo, el movimiento debe estar indefectiblemente ligado y orientado por personas comunes, que busquen la liberación definitiva del pueblo.

Los actores sociales, los protagonistas deberán ser todos y todas, que busquen una sociedad más justa, más libre, más solidaria.

Quizás, el modelo de Bolivia, en donde la revolución se viene dando desde abajo, sea un ejemplo, como dice Istvan Meszaros, para construir una nueva sociedad mas equitativa y superadora a la actual.