No hay luz, ni claridad
La niebla creciente anuncia que
Hemos caído en la corriente magnética
de las profundidades oscuras del universo
que conducen a la nada,
al fin de los tiempos.
Pero solo en la caída,
con sorpresa y aprensión
tomamos conciencia de ello:
entramos a una dimensión de opacidad perpetua.
Aunque vemos que los seres anguilas se mueven en ella
cual peces en el agua,
no hay que engañarse:
una negrura inexpugnable, fría y envolvente
nos amenaza de modo creciente.
No ocurre con ella como con la falta de luz doméstica
que -en el peor de los casos- finaliza con el amanecer.
Avanzando lentamente sobre el horizonte
esta oscuridad va mostrando su naturaleza expansiva,
su determinación a invadirlo todo,
a tragarse al sol.
Con ello proyecta eliminar no solo la luminosidad existente
sino, fundamentalmente,
toda posibilidad de luz,
verdadero objetivo y poder devastador de sus tinieblas eternas.
Solo grandes espíritus pueden ofrecerle resistencia,
desafiarla, enfrentarla
y, tal vez,
ahuyentarla.
De ahí que los tiempos,
una vez más,
te convoquen.
Atiende y decodifica el llamado.
No permitas que la noche te atrape y domine.
Isabel Rauber, diciembre de 2010
viernes, 31 de diciembre de 2010
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