Recordando a Zaira Rodríguez Ugidos. Mujer, filósofa, profesora e investigadora social, Zaira fue una de las grandes personalidades que descolló junto con la obra de la revolución cubana.
Portadora de luz propia de largo alcance, supo adentrarse en los meandros del saber filosófico sin separarlo de su carga política y valorativa, y por tanto, clasista, y rescatar el sentido revolucionario que Marx diera a la nueva filosofía, la del compromiso práctico con la transformación del mundo. Falleció trágicamente cuando empezaba a proporcionarnos valiosos resultados de su años de dedicación al estudio y la investigación filosófica, aportes indiscutibles al pensamiento filosófico cubano, latinoamericano y universal.
Polémica, intransigente y sabiamente atrevida, Zaira se concentró en desenrollar la madeja que envolvía lo relativo al objeto del quehacer filosófico, es decir, al sentido mismo de la Filosofía. Rescató conceptos teórico-filosóficos que estaban en la base del pensamiento dialéctico de Marx y que –por disposiciones burocráticas, generalmente vinculadas a intereses del poder , habían quedado sumergidas tras la marea simplificadora y doctrinaria de los manuales. Con ella se reabrían las puertas del marxismo creador, revolucionario, anudado a la prácticas sociotransformadoras, es decir, al pensamiento y la acción de los actores sociales existentes en cada momento, lugar y situación histórico-concretas.
De ahí que, para ella, resultó fundamental rediscutir la problemática del objeto de la Filosofía. Lejos de diluirla en una declaración acerca de la relación ser-pensar, Zaira se adentró en la clave social de esa relación, que es la de sujeto-objeto y su anillo interarticulador: la actividad social, eslabón de transformación de la realidad objetivo-subjetiva y subjetiva-subjetiva. Su libro Filosofía, ciencia y valor, constituye un tratado al respecto, una pieza filosófica de indispensable lectura y reflexión, sobre todo para quienes se plantean a sí mismos como intelectuales orgánicos de la transformación-superación de la sociedad (y la alienación) capitalista, y de la construcción de la nueva sociedad, de la nueva civilización humana. Esto habla también de una obra y un pensamiento de inocultable actualidad. En sus páginas se reviven –recreados , los fundamentos de la dialéctica de Marx condensados en 11 tesis conocidas luego como Tesis sobre Feuerbach, en La ideología alemana...
Zaira rescata la interdependencia objeto-sujeto social, subraya que ambos se interdefinen como tales objeto y sujeto en la interrelación, es decir, en la actividad práctica que los articula (interconstituye e interdefine) como tales. No puede considerarse ni lo objetivo puro, aislado de lo subjetivo, ni lo subjetivo puro aislado de lo objetivo. Si esto es así, el sujeto implica su subjetividad, es decir, la interrelación con la objetividad y viceversa; ambos se interpenetran y definen mutuamente. De ahí que, para Zaira no pueda equipararse la relación sujeto-objeto con la relación ser-pensar. La confusión existente en varios pensadores, según ella, “…parte del error de reducir la categoría de sujeto a la conciencia y la categoría de objeto a la materia. …se desconoce que el sujeto es a la vez material e ideal; en segundo lugar, no se advierte que el objeto puede ser, también, un objeto ideal; en tercer lugar, se identifica el concepto de materia con el de objeto, cuando realmente este último es aquel aspecto de la realidad material o espiritual que cae en el ámbito de la actividad practica, …se desconoce el significado filosófico general de la relación sujeto objeto constriñéndose exclusivamente a la relación entre lo ideal y lo material.” [Rodríguez Ugidos, Zaira. Filosofía, ciencia y valor, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985, p. 76]
Ese significado filosófico se logra en la definición y construcción de las categorías filosóficas, que son una “unidad de contrarios cuyo contenido solo puede emanar de su relación recíproca contradictoria” que se realiza en la actividad práctico transformadora del sujeto social en una determinada interrelación sujeto-objeto. El concepto práctica no reducida a “ejercitación” , en su contenido dialéctico-materialista-histórico resulta rescatado por Zaira, como antes por Gramsci, Sánchez Vázquez, y otros, y revalorizado como clave articuladora del pensamiento filosófico revolucionario de Carlos Marx.
La interrelación sujeto-objeto conforma, según Zaira, la región o ámbito de lo filosófico. Que no es “…ni el mundo separado del hombre, ni el hombre separado del mundo, sino, precisamente, la relación activa y multifacética del hombre con el mundo.” [Rodríguez Ugidos, Zaira. Op. Cit., p. 65]
Como parte de esa interrelación activa y multifacética la Filosofía tiene que cuestionarse a sí misma acerca de la vigencia y suficiencia de las herramientas conceptuales con las que los actores sociales concretos orientan su intervención en el proceso práctico transformador. Es por ello que en el análisis estricto del quehacer teórico “…la región propia o exclusiva de la investigación filosófica no es más que la esencia o la universalidad esencial de la actividad social multifacética sintetizada en las leyes o categorías del pensamiento teórico.” [Ibidem, p. 78]
Esto define también una de las tareas centrales de los filósofos: trabajar para la actualización y desarrollo de los conceptos, leyes y categorías que intervienen en la práctica sociotransformadora actual de la que es un componente activo, para re-intervenir en ella de modo crítico, mejorando la capacidad sociotransformadora de los revolucionarios y de sí misma.
Además de investigar y tener a su cargo responsabilidades en el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de Cuba, Zaira se dedicó a la docencia universitaria. En la aulas de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, ella puso empeño en comunicar los elementos claves de la dialéctica de Hegel. Sobre esa base, reviviendo las críticas marxianas, reconstruía una y otra vez los pilares lógicos del pensamiento dialéctico de Marx.
El rescate de la conexión Hegel Marx le acarreó ciertamente no pocas críticas y observaciones por parte de aquellos que –olvidándose de las recomendaciones de Lenin , en cualquier invocación del pensamiento de Hegel veían una puerta hacia el pensamiento burgués idealista. Pero Zaira sostuvo sus ideas. Se preocupó siempre por brindar a sus estudiantes las claves (lógico-dialécticas) para fortalecer el desarrollo del pensamiento propio, creador e interrogador de la realidad. De ahí que no fuera “fácil” participar en sus seminarios y conferencias: no bastaba leer manuales ni repetir clichés, había que conocer la obra directa de los pensadores en debate y tener argumentos propios a la hora de referirse a ella.
La conocí personalmente buscando apoyo teórico metodológico para mi trabajo de curso de tercer año en la Facultad de Filosofía e Historia. Recuerdo nítidamente el primer encuentro. Ella me recibió, me hizo algunas preguntas sobre el tema y luego escuchó atentamente mis respuestas y mis dudas. Al cabo de un rato, las dos estábamos enfrascadas en un rico intercambio de ideas. Yo era como una esponja, y ella, lejos de decirme lo que debía hacer, me reafirmaba en la pertinencia del tema y me apoyaba con elementos teórico-metodológicos para orientar mi investigación. Desde ese instante se transformó en mi tutora y guía. Conversábamos largamente con familiaridad y afecto. Trabajábamos en diálogo permanente. Nunca sentí entre nosotras la distancia profesora-alumna.
En Zaira se conjugaron una alta capacidad intelectual y una gran dimensión humana, valores que hablan de una pensadora revolucionaria, valiente y coherente, cualidades no siempre presentes entre los y las intelectuales. Por todo ello, ella fue y sigue siendo nuestra filósofa. Me siento honrada de escribir estas páginas dedicadas a su memoria; ojalá contribuyan a estimular la reedición de sus obras y el estudio de sus planteamientos.♦
1 comentario:
Gracias por hacernos conocer a esta mujer, como tantas otras, luchadoras, pensadoras, atrevidas, adelantadas a su época, ignoradas en su aporte a la transformación.
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