Una espiritualidad infranqueable por el Capital

Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es. JP Sartre

domingo, 22 de agosto de 2010

Bolivia: Una opción civilizatoria con rostro indígena

Acceder al gobierno nacional: un paso de esperanza

El gobierno que emergió en Bolivia en diciembre de 2005 y asumió en enero del 2006, que convocó, realizó la Asamblea Constituyente, que convocó y ganó el Referéndum Revocatorio en el 2008 y que nuevamente convocó y ganó la presidencia del país y el gobierno nacional en las elecciones del 2009, es un gobierno de nuevo tipo: emergido de las luchas sociales de los pueblos indígenas, construido también con el protagonismo de los movimientos sociales, de trabajadores, de campesinas y campesinos, entre los que se destaca el movimiento cocalero.


Evo Presidente, es la frase que sintetiza desde fines de 2005 la gran esperanza de los pueblos de Bolivia y del continente todo. El nudo central de su programa de gobierno constituye la búsqueda de soluciones a los reclamos históricos de las comunidades indígenas, organizaciones sindicales mineras, campesinas y urbanas. Por ello, entre sus primeros pasos destaca la convocatoria y realización de la Asamblea Constituyente, y la recuperación de los recursos energéticos del país orientada, entre varias razones, a la creación de un fondo para atender las políticas sociales.

Entre los objetivos prioritarios del gobierno se encuentra la lucha contra la discriminación étnica y la exclusión social y cultural, la erradicación de la pobreza, poner fin a la dependencia y el saqueo, refundar el Estado a partir de reconocer y articular su carácter plurinacional, construyendo una sociedad intercultural, basada en una democracia participativa que abra cauce al florecimiento de las autonomías de las comunidades (de sus identidades, cosmovisiones y modos de vida), trabajando colectivamente para construir un Estado plurinacional, que proyecte a sus habitantes al centro del quehacer social, político, cultural del Estado y el gobierno, es decir, ampliando raizalmente la democracia, transformándola. Tales serían, entre muchos, los ejes centrales del quehacer estatal-gubernamental en lo que puede considerarse el período inicial del primer gobierno de los movimientos indígenas y sociales del continente. De ellos, considero importante destacar –a los fines de este análisis , elementos centrales de su propuesta integral, intercultural y descolonizada del desarrollo, el bienestar y el progreso sociales.

Una concepción diferente del desarrollo y el progreso

Por diversos caminos, las reflexiones actuales más maduras en este tema convergen en un punto: El “desarrollo” capitalista alcanzado (en el Norte), resulta hoy indeseable (además de inalcanzable). Es inalcanzable porque las “periferias” han sido excluidas del diseño y los planes de hegemonía del capital global actual (salvo como territorios sirvientes) y no tienen cabida en ellos. Es indeseable porque el carácter destructivo y devastador que conlleva va dejando en claro que ese “modelo” va a continuar con la depredación de la naturaleza, con el saqueo, con las guerras, es decir, continuará sembrando la muerte. Precisamente por ello es incapaz de promover, defender y garantizar la supervivencia humana y natural del planeta; tampoco ofrece soluciones a la situación de miseria, enfermedades, analfabetismo, carencia de infraestructura y exclusión crecientes de amplias capas de la población del planeta.

Estas razones, entre otras, hacen que el debate del desarrollo integre lo político, social, cultural y ético, además de lo económico. Y en la Bolivia de hoy, esto se articula directamente con la lucha por la erradicación de la pobreza, con la propiedad de los recursos energéticos, con las posibilidades de acceso a los servicios y el goce de los derechos por parte de toda la ciudadanía, es decir, con la democracia. Desarrollo y democracia guardan –en esta concepción una relación directa biunívoca.

Tomando como punto de partida las propuestas de los movimientos indígenas, campesinos y sociales, el gobierno que encabeza Evo Morales Ayma presenta en el 2006, un Plan Nacional de Desarrollo que condensa esta nueva cosmovisión integral de vida y modos de vida, y define políticas públicas para hacerla realidad. En esto se resume y proyecta –sustantivamente lo nuevo: se supera el ámbito teórico reflexivo; las ideas y propuestas iniciales cobran vida, se concretizan y desarrollan en la acción político-social transformadora.

Atendiendo a los alcances de este sucinto análisis, deseo llamar la atención sobre un elemento sobresaliente de dicho Plan: la unificación de los caminos del desarrollo con los de la erradicación de la pobreza, de la desigualdad y la exclusión étnico-social.

Una de las primeras cuestiones puestas en cuestión han sido los conceptos “pobreza” y “pobres”, pues ellos invisibilizan los procesos de empobrecimiento y exclusión a los que fueron sometidos histórica y sistemáticamente los pueblos indígenas desde los tiempos de la conquista y colonización. Consiguientemente, los programas orientados a la eliminación de la pobreza en Bolivia están anudados a la eliminación de los mecanismos de empobrecimiento constante de los sectores indígenas, campesinos y de trabajadores en general. Y se conjugan directamente con los planes de desarrollo en la perspectiva señalada.

Del “bienestar” individualista al “vivir bien” en comunidad

La expresión Vivir Bien, propia de los pueblos indígenas de Bolivia, significa, en primer término, “Vivir bien entre nosotros”. Se trata de una convivencia comunitaria intercultural y sin asimetrías de poder. “No se puede Vivir Bien si los demás viven mal”, tal es el pensamiento que sintetiza el nudo central del planteamiento.

Es un modo de vivir siendo y sintiéndose parte de la comunidad, con protección de ella y en armonía con la naturaleza. Es decir, se trata de un modo de “vivir en equilibrio con lo que nos rodea”. También significa Vivir Bien con los otros seres humanos, diferenciándose del “vivir mejor” occidental, que es individualista y pretende alcanzarse generalmente a expensas de los demás y, además, separado y contrapuesto a la naturaleza.

El Vivir Bien articula en igualdad de importancia, desarrollo y democratización. “No existe desarrollo sin democracia, sin extender la participación social en la actividad y las decisiones políticas, económicas y culturales.” [PND, p. 16] Partiendo del reconocimiento de que Bolivia es un país multiétnico y pluricultural, los programas orientados al desarrollo hacen explícito su reconocimiento a los valores de la comunidad y de lo comunitario, establecen a lo colectivo como sujeto con capacidad de decisión y de acción, reconociendo en la horizontalidad una ventaja comparativa respecto a las directivas verticales. Esto constituye, a la vez, un soporte ético e ideológico de los procesos de búsqueda y construcción de una civilización re-humanizada, basada en un sistema social raizalmente democrático, equitativo, humanista, liberador y superador de la destructiva hegemonía económica, social, cultural e ideológica del capital.

La naturaleza en el centro de la vida

Para la perspectiva del Vivir Bien, la naturaleza no es un objeto; no es una fuente de recursos y materias primas; es un ser vivo. Esta dimensión ecológica de la realidad, reconoce que la naturaleza está indivisible e intrínsecamente imbricada con la vida de los seres humanos; somos parte de la naturaleza. Tal es la perspectiva cosmo-céntrica que posibilita pensar y construir el futuro humano con un sentido y una concepción de progreso y bienestar raizalmente diferentes y superadores de los patrones utilitarios consumistas del capitalismo.

Una perspectiva intercultural para el desarrollo

La interculturalidad concibe a las relaciones entre varias culturas dentro de un mismo territorio sobre la base del reconocimiento, la aceptación y la reciprocidad con el otro. La visión intercultural del desarrollo “va más allá de la acumulación económica y está relacionada esencialmente con la libertad cultural para decidir, el respeto a la diversidad, a la diferencia, la heterogeneidad social y con la forma en que se organiza la vida, las sociedad y el Estado.”

En tal sentido, “La clave del desarrollo radica en suprimir la estructura de dominación cultural y de discriminación racial vigente e instituir una práctica de diálogo, cooperación, complementación, reciprocidad y entendimiento. De esta manera el crecimiento económico se concibe como el proceso de consolidación, fortalecimiento e interacción de identidades, como la articulación de redes de intercambio e interculturalidad.” [PND, p. 16]

Apoyar el empoderamiento creciente de las comunidades

Las políticas de atención a los sectores más olvidados y desprotegidos que impulsa actualmente el Estado Plurinacional de Bolivia, pudieran calificarse –a primera vista como clientelares o asistencialistas, en tanto se expresan a través de planes de “ayuda” y estímulos. Pero hay elementos a considerar que si bien revelan aristas coincidentes con el asistencialismo o el clientelismo , los diferencian.

Para que la “ayuda” sea considerada tal, su implementación debe implicar –como en este caso , la construcción de canales efectivos para que los “ayudados” lleguen un día a tener la capacidad de actuar productiva y reproductivamente por sí mismos. En aras de ello, los planes de ayuda se articulan con procesos sostenibles de construcción de vías de salida de la situación de pobreza. Estos suponen –consiguientemente- la implementación de modalidades de sobrevivencia y desarrollo autónomo en el mediano plazo. Se trata, por tanto, de un singular asistencialismo, estratégicamente no clientelar. Su principal virtud es que contribuye a que la población involucrada en los planes de “ayuda” se re-descubra como parte de una ciudadanía con igualdad de oportunidades y condiciones, sin prejuicios ni perjuicios por pertenencia étnica, cultural, de género o geográfica.

Las políticas impulsadas por el Estado y el Gobierno bolivianos en este terreno, trascienden el debate dicotómico asistencialismo-clientelismo. Ya no se trata solo de aquello de “enseñar a pescar”. Además de enseñar a pescar se crean ámbitos productivos donde los “pescadores” pueden construir los instrumentos de pesca, mantenerlos, arreglarlos, etcétera, y se crean también espacios de intercambio y distribución social de los productos.

Se trata de una articulación integral de problemas y soluciones en base a una lógica estrechamente ligada a la posibilidad/capacidad que tengan las comunidades o poblaciones en situación de pobreza, de desarrollar un ciclo productivo-reproductivo de su vida, para desde ahí , replantearse su inserción plena en al sociedad (empoderamiento). Para ello, se traja en la recuperación de las experiencias y saberes interculturales de las comunidades, impulsando simultáneamente la participación protagónica de la población “afectada” en la construcción de las soluciones.

Hay un cambio de lógicas: Son los actores sociales y políticos del campo popular quienes definen, determinan, impulsan y realizan los cambios. La recuperación de sus saberes, conocimientos, experiencia, memoria histórica, identidades, pertenencias, conciencia crítica, y poderes, aporta efectivamente al empoderamiento comunitario, social e individual. Se trata de una imbricación raizal de sujetos, subjetividades, saberes, identidades, poderes, culturas y cosmovisiones.

Construir un Estado plurinacional descolonizado

La construcción de un nuevo Estado Plurinacional conjuntamente con los procesos de descolonización sintetizan la determinación de reconocimiento y respeto a la diversidad: de nacionalidades e identidades, de culturas y también de cosmovisiones y sus saberes respectivos. Se trata de promover diálogos interculturales desde la raíz, en equidad y complementariedad, es decir, sin exclusiones ni subordinaciones jerárquicas entre sujetos, ni sus saberes, ni los ámbitos donde estos se producen.

De ahí que la construcción del Estado plurinacional descolonizado sea parte de las fuerzas del cambio y expresión de un nuevo poder. Surgido de los sectores indígenas y populares promueve su participación protagónica en las instancias de las decisiones económicas y políticas correspondientes a los nuevos andamiajes de ese nuevo poder. He aquí otro de los avances civilizatorios de la revolución democrática [inter]cultural que se construye en Bolivia.

La realización de la Asamblea Constituyente ha sido uno de los pilares claves para ello, así como la recuperación de los recursos energéticos, la lucha por la erradicación de la pobreza, los planes de alfabetización, la construcción de infraestructuras en las zonas olvidadas y alejadas de las ciudades, etc. He aquí una muestra de la articulación de las decisiones y acciones políticas claves de la primera etapa de gobierno.

Ciertamente no todo son rosas y palmas. Surgen también nuevos reclamos, conflictos y contradicciones, incluso en el seno de los sectores afines al gobierno. Es el tiempo de los sujetos sociopolíticos de la revolución para manifestar sus puntos de vista, luchar por sus derechos y fortalecer el proceso revolucionario, consolidando los avances e impulsando su profundización. Esto genera nuevos escenarios y tipos de conflictos, realidad que se torna frecuentemente incomprensible para quienes imaginan que los procesos de transformación social ocurren en un lecho de pureza inmaculada y son protagonizados por ángeles.

El tránsito hacia una civilización intercultural que supone la ruptura y superación de los paradigmas del capital acuñados por siglos en las conciencias y en las prácticas , se asemeja al cruce de un extenso campo minado: acechan peligros, amenazas y trampas de todo tipo. Y no hay garantías de éxito. Es y será responsabilidad de los actores sociales y políticos definir estrategias y desarrollar las capacidades para superar los obstáculos –en primer lugar los propios , en la misma medida que van creando y construyendo lo nuevo, renovando sus compromisos y el propio proceso revolucionario en todo momento.

La revolución democrática [inter]cultural emprendida en Bolivia está en esta dirección; se abre paso con nuevas prácticas, concepciones, cosmovisiones y pensamientos sociotransformadores, creados (o recreados) por los pueblos acorde con sus realidades y las del planeta, entrelazando subjetividades y culturas con las necesidades de supervivencia colectivas, en aras de alcanzar la armonía en la convivencia intercultural de la humanidad, haciendo realidad el deseo zapatista de construir un mundo donde quepan todos los mundos. Ella anuncia la posibilidad del advenimiento de un nuevo tiempo civilizatorio. Representa, por tanto, como sintetiza Fernando Huanacuni, el renacimiento del tiempo.

5 comentarios:

p v dijo...

Desde Buenos Aires pareciera ser que en Bolivia es más fácil la cosa, no? Pero me imagino que en la construcción diaria deben encontrarse muchos de los conflictos y contradicciones que inundan el campo nacional y popular argentino.
Recuerdo que hace un tiempo me acerqué a una actividad con compañeros de un movimiento piquetero, vimos la película COCALERO, que muestra de algún modo la simplicidad y la tenacidad de los movimientos bolivianos y la fluidez de la construcción colectiva, “Todos para el mismo lado, todos unidos”, me acuerdo que me sorprendió la desesperanza que sentían los compañeros, al ver que para ellas y ellos en el barrio, después de 10 años de lucha, todo era mucho más difícil, los vecinos los estigmatizaban por ser “piqueteros”, de los pocos que se acercaban, nadie quería comprometerse ni poner el cuerpo, los responsables ya no querían sumarse más responsabilidades, no había manera de entusiasmar al barrio.
Miraban la revolución boliviana y envidiaban esa unión que surgía de sus costumbres ancestrales, la reunión, la consulta popular, el dios fuego y la madre tierra que están ahí para guiarlos, entre las hojitas de coca, ellos decían: -nosotros los argentinos no somos así, no tenemos eso, por eso acá no se logra.
Yo pensaba que los barrios populares de mi tierra también están, tal como en el alto paceño, habitados por los descendientes de los pueblos originarios que fueron diezmados y su (nuestra) cultura borrada. En nuestros rasgos, en nuestro andar, en nuestro modo de hablar están los indicios, tenemos narices amazónicas, cuerpos anchos, nuestros colores también son los colores de la tierra, nuestros padres o abuelos vinieron en tren desde Misiones, desde Santiago, desde Chaco, desde Bolivia, Paraguay, y tantos lugares pero eso fue borrado de nuestra memoria. Nos enseñaron a renegar de eso, así aprendimos y así lo hacemos.
Pienso que uno de los ejes fundamentales a la hora de construir ese colectivo que necesitamos para los cambios de raíz que buscamos, es, recuperar nuestra identidad, nuestros orígenes, nuestro itinerario para ser lo que somos y estar hoy dónde y cómo estamos, recuperar nuestra historia como personas, como barrio y como pueblo es tremendamente importante para poder sentirnos dignos y fuertes y desde ahí podemos plantearnos que “un mundo mejor es posible” y necesario. Tenemos construir nuestra autoestima, reconocernos en la incesante lucha que hemos llevado a cabo todos estos siglos para no ser una colonia derrotada y entregada a los poderosos de adentro y de afuera.

p v dijo...

Desde Buenos Aires pareciera ser que en Bolivia es más fácil la cosa, no? Pero me imagino que en la construcción diaria deben encontrarse muchos de los conflictos y contradicciones que inundan el campo nacional y popular argentino.
Recuerdo que hace un tiempo me acerqué a una actividad con compañeros de un movimiento piquetero, vimos la película COCALERO, que muestra de algún modo la simplicidad y la tenacidad de los movimientos bolivianos y la fluidez de la construcción colectiva, “Todos para el mismo lado, todos unidos”, me acuerdo que me sorprendió la desesperanza que sentían los compañeros, al ver que para ellas y ellos en el barrio, después de 10 años de lucha, todo era mucho más difícil, los vecinos los estigmatizaban por ser “piqueteros”, de los pocos que se acercaban, nadie quería comprometerse ni poner el cuerpo, los responsables ya no querían sumarse más responsabilidades, no había manera de entusiasmar al barrio.
Miraban la revolución boliviana y envidiaban esa unión que surgía de sus costumbres ancestrales, la reunión, la consulta popular, el dios fuego y la madre tierra que están ahí para guiarlos, entre las hojitas de coca, ellos decían: -nosotros los argentinos no somos así, no tenemos eso, por eso acá no se logra.
Yo pensaba que los barrios populares de mi tierra también están, tal como en el alto paceño, habitados por los descendientes de los pueblos originarios que fueron diezmados y su (nuestra) cultura borrada. En nuestros rasgos, en nuestro andar, en nuestro modo de hablar están los indicios, tenemos narices amazónicas, cuerpos anchos, nuestros colores también son los colores de la tierra, nuestros padres o abuelos vinieron en tren desde Misiones, desde Santiago, desde Chaco, desde Bolivia, Paraguay, y tantos lugares pero eso fue borrado de nuestra memoria. Nos enseñaron a renegar de eso, así aprendimos y así lo hacemos.
(continua)

p v dijo...

(continuacion)
Pienso que uno de los ejes fundamentales a la hora de construir ese colectivo que necesitamos para los cambios de raíz que buscamos, es, recuperar nuestra identidad, nuestros orígenes, nuestro itinerario para ser lo que somos y estar hoy dónde y cómo estamos, recuperar nuestra historia como personas, como barrio y como pueblo es tremendamente importante para poder sentirnos dignos y fuertes y desde ahí podemos plantearnos que “un mundo mejor es posible” y necesario. Tenemos construir nuestra autoestima, reconocernos en la incesante lucha que hemos llevado a cabo todos estos siglos para no ser una colonia derrotada y entregada a los poderosos de adentro y de afuera.
Una de mis mas grandes preocupaciones acerca de cómo construir un nuevo modo de vincularnos socialmente entre vecinos, sin repetir las prácticas que parecen estar tan arraigadas en nosotros mismos. Como debatir sin descalificar al compañero/a que piensa distinto, al que se equivoca y repite en pequeño practicas clientelares, al que maltrata a un compañero/a porque este quiere sacar una pequeña ventaja, cómo romper con la lógica de que el líder es el que propone y los demás siguen, cómo animarnos a cuestionar más todo, a buscar explicaciones a aquello que no nos cierra, a no perder la mirada crítica hasta de nosotros mismos.
En las experiencias que tuve he vivido mucho de todo esto, cómo se trenzan lo privado y lo político y a veces esto es generador de grandes impulsos y a veces puede ser generador de grandes rupturas. El individualismo, el sálvese quien pueda calaron hondo en todos los estamentos sociales sin distinción. El clientelismo (hago algo para conseguir algo) está naturalizado. ¿Cómo construir algo distinto? ¿Será cuestionándonos paso a paso cada una de nuestras prácticas? ¿Será teniendo siempre presente que todo es un proceso? ¿Qué no siempre tenemos la razón, que podemos equivocarnos y reparar los errores?
En ese sentido rescato también la reflexión que me genera esta apuesta a largo plazo que hacen el gobierno y la revolución boliviana toda, para recuperar a los sectores marginados, en ese sentido creo que hay que poner también la mirada acá en los barrios, para no desesperar ante las dificultades que se nos presentan. (fin)
PAMELA

Anónimo dijo...

Rubén Diaz dice:

No conozco en profundidad la revolución socio cultural, que se está gestando en Bolivia, pero estoy de acuerdo, que con el advenimiento de Evol Morales al gobierno, se está produciendo un cambio transformador de la realidad boliviana.

El acceso al poder de un presidente, que emerge del interior de los pueblos originarios, marca el comienzo de una identidad, de un cambio de paradigma en el pensamiento colectivo, de un pueblo que asoma a una búsqueda de soluciones de reclamos históricos.

Es muy importante la lucha contra la discriminación étnica y la exclusión social y cultural, la voluntad y el ansia de poner fina a la pobreza, al saqueo y la dependencia.

Es necesaria la articulación de una sociedad plurinacional, intercultural, basada en la democracia.

Hay que demostrar que el sur existe, que existimos con nuestra cultura, con nuestra idiosincrasia, hay que dejar de mirar al norte, ellos nos han excluído, se han servido de nosotros, y no paran.Continúan con la depredación de la naturaleza, con las guerras, sembrando muerte y horror.
El debate es en todos los órdenes, ideologico, político y económico.

El plan de desarrollo presentado por Evo Morales en el 2006, lleva a la erradicación de la pobreza, de la desigualdad y la exclusión étnica.
Los pueblos indígenas quieren vivir bien, en una convivencia sin desigualdades.Vivir en equilibrio, con los otros seres humanos y con la naturaleza, cuidándola, defendiéndola, pues ella es la fuente de nuestros recursos, la naturaleza es parte nuestra y nosotros somos parte de ella.
Hay que suprimir la dominación cultural y discriminación racial, por la vía del diálogo, reciprocidad y entendimiento.
Esto llevará indefectiblemente a que la sociedad se reinserte plenamente en el ciclo productivo.
La construcción que se lleva a cabo en Bolivia, de un nuevo estado plurinacional, con el respeto a la diversidad de nacionalidades, e identidades culturales, la recuperación de los recursos energéticos, la lucha por erradicar la pobreza, son la muestra de que se puede construir un mundo donde quepan todos los mundos.

Anónimo dijo...

Hay una vieja broma que dice: “Pez que nada contra la corriente muere electrocutado”. Varios países de América Latina a partir del 2000 parecen contradecir este chiste.
Durante años las políticas neoconservadoras impulsadas por los países centrales y el FMI, y aplicadas por sus mejores alumnos, varios presidentes de América del Sur, impusieron un modelo que sólo sirvió para enriquecer a los primeros y someter a los segundos. Estas políticas que imponían flexibilización laboral, retirada del Estado de la vida social, privatizaciones y ventas de las joyas de la abuela, favorecieron a empresarios que se llenaban los bolsillos con la plata del pueblo, que cada día que pasaba veía como el mundo alrededor suyo se derrumbaba.
Estas medidas económicas que prevalecieron durante los ’90, y que se escondían debajo del glamoroso nombre conocido como Globalización, impulsaban el indivualismo y el egoísmo. El sálvese quien pueda fue moneda corriente.
También promovieron un borrado de las identidades culturales de los pueblos para transformarlos en una masa amorfa y obediente que solo respondía a los mandatos de las publicidades de nuevos productos que se elaboraban en largas cadenas de producción en las que trabajaban los neo esclavos del siglo XX, seres atados a sus trabajos durante jornadas de 12 o más horas por sueldos miserables y en condiciones paupérrimas, en fabricas cuyas casas matrices estaban en EEUU o Europa, bien lejos de la destrucción del medio ambiente y de los seres humanos que provocaban con sus ambiciones.
A partir del 2000, profundas crisis sociales y económicas mediante y el arribo de un grupo de políticos surgidos de sectores que no eran habituales, esto empezó a cambiar en América. Lula Da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Michelle Bachellet en Chile, Correa en Ecuador, Hugo Chavez en Venezuela y tal vez el menos impensado, quien surgió del movimiento cocalero de Bolivia, Evo Morales. Pronto encontraron una sinergía que les permitió trabajar juntos para unir a países de una misma región que parecían separados por un océano de desconfianzas mutuas. El primer gran hito fue la oposición al Alca que pretendió transformar al Mercosur en una colonia de EEUU donde ellos pudieran vender libremente sus productos.
Cada uno en sus respectivos países luchó para unir a sus respectivos pueblos. Posiblemente Evo Morales fue el más innovador para lograr la estabilización de un país muy golpeado. Aprovecho la sabiduría de los pueblos originarios, donde la vida en comunidad, la ayuda, la colaboración, la transmisión de conocimientos fueron las monedas corrientes de sus vidas. La relación con la tierra y el cuidado del medio ambiente le sirvieron para promover el equilibrio con el medio que nos rodea.
Estos peces, y sobre todo Evo Morales, supieron nadar contra la corriente y no sólo no morir en el intento. Sino que cambiaron una región que vivió durante años obedeciendo decisiones tomadas a muchos kilómetros. Hicieron todo lo opuesto a lo que el FMI decía y hoy viven un presente lleno de esperanza.
Tal vez, los nuevos peces (Grecia, España, Italia) se animen a nadar en el sentido opuesto que los conduce a un desastre seguro.

Maria Laura Gomez