Realizada por Isabel Rauber, en el Programa "Visión Nacional", en AM 870, Radio Nacional Argentina, el domingo 16 de septiembre de 2013
‑Tu
eres una militante chilena que tuviste que exiliarte producto del Golpe, ¿cómo
viviste aquellos sucesos?
-Primero
quiero agradecerte la posibilidad de conversar contigo y llevar este diálogo a
todas y todos aquellos compañeros interesados en estudiar el pasado para
construir el futuro, así titulé un artículo sobre el tema de la Unidad Popular
que publiqué hace 10 años atrás.
Yo era como
tú dices una militante del Partido Socialista chileno y en el momento del golpe
mi primera militancia era dirigir la revista política Chile hoy, una revista
con un valor informativo especial, porque siendo un órgano de la Unidad
Popular, el frente político que apoyaba a Allende, estaba abierto a toda la
izquierda y de hecho el MIR chileno fue el que nos proporcionaba los datos de
inteligencia que nos advertían que se estaba preparando un golpe.
El golpe en
Chile, fue un golpe anunciado. Desde el primer intento de golpe ocurrido en el
29 junio 1973 conducido por el general Viaux, vivimos en constante zozobra.
Habíamos
empezado a coordinar con el MIR chileno el paso a la clandestinidad de la
revista. Este era el partido más preparado para darnos dicha asesoría. La
instrucción que habíamos recibido del dirigente nacional encargado de estas
actividades era que estuviésemos atentos al levantamiento que se daría en los
cuarteles en contra de los militares golpistas.
Este
levantamiento nunca se dio. Los mandos golpistas dieron un golpe dentro de las
propias fuerzas armadas apresando a los generales más cercanos al presidente
Allende, entre ellos al general Bachelet,
padre de Michelle, la ex presidenta y actual candidata a la elección
presidencial en Chile.
El día 11 el
golpe nos pilló por sorpresa. No recuerdo quién me llamó en la madrugada
avisándome y rápidamente decidimos irnos todo el equipo que producía la revista
al departamento de uno de nuestros periodistas que quedaba a unas 10 cuadras de
la moneda.
Allí nos
enteramos por la radio del bombardeo de la Moneda y de que el departamento en
que estábamos quedaba y que la zona que fue declarada zona de toque de queda
durante tres días.
Estando en
el departamento recibimos la visita una patrulla militar que en revisó todos
nuestros enseres pero felizmente no reconoció a ninguno. ¡Pasamos un gran susto!
Muy pronto
yo aparecí en la lista de las personas buscadas. Había una lista de políticos y
otra de periodistas, yo figuraba en esta última lista. Poco antes del golpe
había recibido en la sede de la revista una visita de generales de la Fuerza
Aérea amenazándonos por el tipo de información que estábamos dando acerca de
los preparativos del golpe.
Terminado
el toque de queda, traté de volver a mi departamento pero no pude hacerlo. Una
junta fascista se había instalado en los bajos del edificio y controlaba a todo
el que entraba o salía.
Pasé
algunos días en casas de seguridad. Desde allí hice contacto con el MIR. SE
descarto la posibilidad de sacar clandestinamente la revista. Decidí entonces
salir del país. Me refugié en la embajada de Venezuela y cuatro meses me dieron
salvoconducto para partir a Cuba.
La gran
tristeza y frustración que me provocó el golpe militar fue compensada por el
encuentro con el que luego fue mi compañero y padre de mi única hija, el
comandante Manuel Piñeiro, más conocido como Barbarroja. Cuba fue mi segunda
patria. El cariño y la solidaridad de su pueblo me hicieron sentir siempre como
que estuviese en mi casa.
‑¿Cuál consideras tú que sería el mensaje fundamental para el quehacer
actual de los gobiernos populares en el continente, en lo que hace a la
relación con sus pueblos y a la relación con el poder?
‑Sabes Isabel
que yo considero que el proyecto socialista de Allende fue precursor del
socialismo del siglo XXI cuyo gran promotor fue el presidente Chávez.
Allende no
sólo fue el primer presidente socialista electo democráticamente en el mundo,
sino que fue el primero en pretender avanzar al socialismo por la vía
institucional y el primero en entender que para hacer esto debía distanciarse
del modelo soviético.
Ese
socialismo no podía ser impuesto desde arriba, tenía que contar con un apoyo
muy mayoritario de la población, y tenía que estar inserto en las tradiciones
nacionales, un socialismo con vino tinto y empanadas como él lo catalogaba, es
decir, una sociedad socialista democrática enraizada en las tradiciones
nacional‑populares.
Por
desgracia, el proyecto de Allende fue demasiado heterodoxo para izquierda
chilena de entonces que era demasiado ortodoxa cuyos planteamientos no se
correspondían con los nuevos desafíos que el país estaba viviendo. Te pongo algunos ejemplos de esa ortodoxia:
Cuando
Allende hablaba del tránsito democrático al socialismo, sectores de la
izquierda pintaban en los muros: ¡Viva la dictadura del proletariado!;
Cuando
Allende —tomando en cuenta que el electorado chileno estaba dividido en forma
muy gruesa en tres tercios: los conservadores, los demócrata cristianos y la
izquierda, con una leve preponderancia
de la izquierda‑, planteaba la necesidad de contar con el apoyo de los
demócrata cristianos, con el cual se podría lograr un apoyo mayoritario de la
población al proyecto, nuestra izquierda actuaba muy sectariamente enfrentando
a los militantes de ese partido; nunca
entendió la necesidad de aliarse con fuerzas que catalogaba como burguesas;
Cuando
Allende hablaba de ganar a sectores de la burguesía para su proyecto, una parte
importante de la izquierda reafirmaba que nuestro enemigo era toda la
burguesía;
Mientras
Allende quería consolidar lo avanzado en el plano económico: la estatización de
las grandes empresas estratégicas, teniendo muy claro los límites del poder con
que contaba, sectores de la izquierda se tomaban pequeñas empresas y pedían su
nacionalización, exigiendo más radicalidad a Allende.
Cuando Allende
luchaba por conseguir una conducción única del proceso, los partidos más
fuertes: el socialista y el comunista, hacían públicas sus divergencias.
Una de las
grandes limitaciones que tuvo el gobierno de Allende fue el marco institucional
heredado. Aunque el Presidente y la Unidad Popular tenían clara la necesidad de
elaborar una nueva constitución para cambiar las reglas del juego institucional
y facilitar el tránsito pacífico socialismo, y de hecho el presidente Allende
entregó a los partidos que componían la unidad popular una propuesta de nueva
constitución en septiembre de 1972; nunca se hizo una convocatoria para llevar
adelante este proyecto. Creo importante estudiarla porque allí están plasmadas
las ideas de Allende sobre cómo debería ser el tránsito social a partir de la
realidad chilena.
¿Y por qué
entonces no se llevó nunca adelante una convocatoria?, porque se estimó que la
Unidad Popular todavía no tenía el apoyo electoral mayoritario que era
indispensable para llevar adelante un proceso constituyente con éxito. La UP
nunca logró llegar al 50% más de los votos. La gran pregunta que la historia no
puede responder es qué hubiera pasado si dicha coalición política hubiese
decidido tensionar sus fuerzas y hacer un trabajo casa por casa para ganar a la
población para su proyecto. Quizás aquí faltó audacia, esa audacia que tuvo el
Presidente Chávez cuando la oposición llama a un referéndum para derrocarlo y
él acepta ir al combate aunque en ese momento las encuestas le daban una
aceptación muy baja. Él acepta a pesar de estar en ese momento en condiciones
de inferioridad, pero inmediatamente planifica cómo lograr las fuerzas para
triunfar en esa contienda y crea la idea de las patrullas, es decir grupos de
10 personas a las que podía integrarse gente sin militancia en partidos pero
que simpatizaba con Chávez, cada una de ellas debía lograr el apoyo de otras 10
con un trabajo casa por casa.
Otra
lección es que yo creo fundamental del proceso chileno es la importancia de la
organización popular en la base. Una de las grandes debilidades nuestras fue no
entender esto. Fue delegar la acción política en los políticos, o más bien, el
hecho de que los políticos se apropiaron de la política, y con ello los Comités
de Unidad Popular —que fueron básicos para el triunfo electoral de Allende—
comenzaron a debilitarse y a desaparecer.
‑¿Cuáles serían los desafíos y las tareas principales para los
movimientos populares y la izquierda latinoamericana?
‑Pienso que
nuestra izquierda y nuestros movimientos populares deben tener muy presente lo
ocurrido en la experiencia chilena para no repetir los mismos errores.
Tenemos que
entender que para construir una sociedad alternativa al capitalismo
esencialmente democrática tenemos que ser capaces de ganarlos el corazón y la
cabeza de la mayoría de la gente.
Que la
crisis actual del capitalismo hace que cada vez mayores sectores se sientan
afectados. Ya no sólo existen condiciones objetivas sino también condiciones
subjetivas para que cada vez más personas entiendan que el capitalismo no es la
solución para sus problemas cotidianos.
Necesitamos
elaborar un proyecto alternativo y a ello pueden contribuir especialmente las
experiencias de los gobiernos y movimientos populares en los países más
avanzados de nuestra región.
Se requiere
una militancia nueva en que su forma de vivir y trabajar políticamente
prefiguren la nueva sociedad
Militantes
que encarnen en su vida cotidiana los valores que dicen defender. Deben ser
democráticos, solidarios, dispuestos a cooperar con los demás, a practicar la
camaradería, la honestidad a toda prueba, la sobriedad. Deben proyectar
vitalidad y alegría de vivir.
Si luchamos
por la liberación social de la mujer, debemos empezar desde ya por transformar
las relaciones hombre‑mujer en el seno de la familia;
Nuestros
militantes deben capaces de aprender de los
nuevos actores sociales del siglo XXI. Estos son particularmente sensibles
al tema de la democracia. Sus luchas han tenido generalmente como punto de
partida la lucha contra la opresión y la discriminación. De ahí que rechacen
ser manipulados y exijan que se respete su autonomía y que puedan participar
democráticamente en la toma de decisiones.
Pienso que nuestros
militantes deben ser también disciplinados. Se que este no es un tema muy
simpático para muchos. A mí me gusta citar a uno de los coordinadores
nacionales del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, Joao Pedro
Stédile, quien dice: “Si no hay un mínimo de disciplina, que haga que las
personas respeten las decisiones de las instancias no se construye una
organización.
“La
disciplina consiste en aceptar las reglas del juego. Hemos aprendido [esto]
hasta del fútbol y la Iglesia Católica, que es una de las organizaciones más
antiguas del mundo. [...] Si alguien está en la organización por su libre
voluntad, tiene que ayudar a construir las reglas y a respetarlas, tiene que
tener disciplina, tiene que respetar al colectivo. Si no, la organización no
crece.”
Pero esto
no debe significar que nuestros cuadros deban tener una mentalidad de ordeno y
mando, deben ser pedagogos populares, respetuosos de la iniciativa creadora de la gente.
Por otra
parte, se requiere de una nueva cultura política: una cultura pluralista y
tolerante, que ponga por encima lo que une y deje en segundo plano lo que
divide; que promueva la unidad en torno a valores como: la solidaridad, el
humanismo, el respeto a las diferencias, la defensa de la naturaleza,
rechazando el afán de lucro y las leyes del mercado como principios rectores de
la actividad humana.
Necesitamos
una izquierda que comienza a darse cuenta que la radicalidad no está en
levantar las consignas más radicales ni en realizar las acciones más radicales
—que sólo unos pocos siguen porque asustan a la mayoría—, sino en ser capaces
de crear espacios de encuentro y de lucha para amplios sectores; porque
constatar que somos muchos los que estamos en la misma lucha es lo que nos hace
fuertes, es lo que nos radicaliza.
Una
izquierda que entienda que hay que ganar hegemonía, es decir, que hay que
convencer en lugar de imponer.
Una
izquierda que entienda que más importante que lo que hayamos hecho en el
pasado, es lo hagamos juntos en el futuro por conquistar nuestra soberanía y
construir una sociedad que permita el pleno desarrollo del ser humano: la
sociedad socialista del siglo XXI.
Mensaje final
-Por último,
quiero decirles que si bien el capitalismo está en crisis, este no desaparecerá
por sí sólo. Si nuestros pueblos no se unen, organizan y luchan con
inteligencia, creatividad y coraje, el capitalismo buscará la forma de
recomponerse.
Nuestros
pueblos han dicho basta y echado a andar, ahora no deben detenerse, ¡la lucha
es larga pero el futuro es nuestro!
4 comentarios:
Creo que el debate que plantea la entrevista es el que hay que daren este momento y que es pertinente para la Argentina. Hay que revalorizar el rol de la organización. Sòlo la organización vence a las derrotas (electorales por ejemplo) y crea el reaseguro para avanzar a pesar de esas derrotas.
Nèstor Piccone
A fallecido😢 unas de las grandes del mundo,sobretodo de latinoamerica...paz a sus resto,hasta siempre su legado por siempre✊.
A fallecido😢 unas de las grandes del mundo,sobretodo de latinoamerica...paz a sus resto,hasta siempre✊.
A fallecido unas de las últimas mujeres luchadora del socialismo paz, a su resto hasta siempre compañera😢tu legado hasta siempre✊.
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