Una espiritualidad infranqueable por el Capital

Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es. JP Sartre

lunes, 25 de marzo de 2019

Descolonizar la subjetividad


Hacia una nueva razón utópica
indo-afro-latinoamericana

Isabel Rauber en diálogo con Lidia Fagale

Presentación

Lidia Fagale



Descolonizar la subjetividad. Hacia una nueva razón utópica indo-afro-latinoamericana resume ‑en formato libro‑ una extensa, profunda y coloquial conversación con la filósofa e investigadora Isabel Rauber. Consideré importante en este tiempo hacer un recorrido por gran parte de su ideario, rescatando los esfuerzos que ‑a lo largo de más de tres décadas-, la pensadora ha dedicado a la búsqueda de alternativas que permitan construir una nueva civilización, superadora de los “males” producidos por el capitalismo, anclando sus análisis en los procesos sociales y sus protagonistas.
Este diálogo ‑que lo he pensado a manera de glosario del pensamiento de Isabel Rauber‑, contempla, a su vez, una suerte de antología de lo que considero son sus “ideas fuerza”, frente al principal reto que afronta la humanidad en el presente siglo ante una crisis de carácter multidimensional del capitalismo: La construcción de una nueva civilización a partir de un protagonismo de las grandes masas populares. Enfoque, fundamentos y alcances que reclaman, en palabras de la pensadora, “una superación raizal de las lógicas del Siglo XX que aún predominan culturalmente en amplios sectores de la izquierda, para salir de la trampa que reduce la lógica del cambio a una suerte de competencia económica con el capitalismo”.
Desde esta perspectiva crítica, Rauber no solo evidencia la superviviencia de lógicas que predominaron en el pasado, sino que subraya la importancia de “quitarse las anteojeras”, para hacerse cargo de los temas, problemas y soluciones del presente. Respondiendo a diversos interrogantes que le propongo en cada encuentro, va hilvanando convicciones emanadas del conocimiento y el estudio sistemático de experiencias concretas y de sus resultados. Insistí por ello en cuestiones como: ¿Es razonable reducir el poder a las personificaciones institucionales? ¿La revolución se produce acaso, cuando el Estado se apropia de los medios de producción? ¿En qué medida los gobiernos progresistas han tenido en cuenta los mecanismos de producción y reproducción de la hegemonía cultural de dominación-sometimiento al capital? Estas, entre muchas otras interrogantes, son abordadas en esta conversación.

A ello se suma también, el análisis de experiencias socialistas del Siglo XX, que aporta claves para una mejor comprensión de sus dinámicas, para sopesar los éxitos, sus limitaciones y también su fracaso desde una posición más fundamentada, objetiva. Este balance induce a Rauber a sostener que aquellas revoluciones que buscaron transformar la sociedad centradas en cambios en la esfera económica bajo la dirección estatal, no lograron salir de la lógica del capital. El sistema económico productivo-reproductivo no fue raizalmente analizado ni transformado de modo integral y, sobre todo –enfatiza Isabel‑, se desconoció y soslayó la actividad protagónica de los sujetos sociales y políticos, cuya liberación y empoderamiento debió haber sido el eje de las revoluciones. Se pretendió des-enajenar a los “sujetos enajenados”, sostiene, a través de cambios económicos que –supuestamente‑ se reflejarían “automáticamente” en las conciencias, y que serían el resultado de la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción que –por esa vía‑, resultó ser “un cambio de dueño”.
El problema no se soluciona con salir del capitalismo, acota, sino que es necesario “superar la civilización del capital” que promueve una alienación integral de los seres humanos haciéndonos cada vez más “objetos de consumo”. Cabe interrogarse entonces: ¿Es posible pensar en la emancipación bajo otras lógicas y experiencias, realmente liberadoras? El desafío que propone el “cambio civilizatorio” ¿renuncia al cambio de sistema o busca un camino alternativo, más abarcativo? ¿Es posible construir conciencia o autoconciencia revolucionaria, liberándose simultáneamente de la opacidad en la que nos sumerge el sistema cultural?
Las reflexiones que aquí se comparten no se explican a partir de los paradigmas del pensamiento de izquierda predominante en el siglo XX. Si bien se nutre de ellos, los conceptos, las propuestas y miradas de Isabel Rauber se inscriben en una concepción que procura contribuir a una visión actualizada del sistema mundo regido por el capital en tiempos de la globalización de su hegemonía. Y esto tiene que ver tanto con la crítica analítica del mundo en el presente, como con las ideas acerca de la posibilidad de superar el capitalismo en favor de la vida. “No habrá posibilidad alguna de superar la trampa cultural del modo de vida generado por el capital si no se rompe de raíz con la lógica de su funcionamiento, es decir, de su producción y reproducción en todos los ámbitos de la vida social”.
¿Cómo se construye esa otra lógica “radicalmente diferente y superadora” del capital? La pregunta adquiere una trascendente densidad desde el momento en que, en la comunicación y en el campo de la cultura, se centra la pelea más difícil para la disputa del sentido hegemónico que funde la conciencia con el mercado y ahoga la felicidad en el consumo. Con la cuarta revolución tecnológica los cauces de la dominación se han desarrollado a límites que han superado la ciencia ficción. Tema que ha sido planteado en este diálogo con el compromiso de seguir profundizándolo, dada su pertinencia a la hora de proponer y analizar otras lógicas para pensar una alternativa de transformación.
Es en este momento histórico donde Rauber plantea la idea de un “socialismo descolonizado” como horizonte alternativo posible en un largo proceso histórico hacia una nueva civilización. Esta opción está presente en las experiencias que ha observado en su propio territorio en el marco de las luchas latinoamericanas por la transformación social y que ella “traduce”, extracta y precisa en conceptos. Se trata, para la filósofa, de reconocer las marcas del presente, de construir una nueva sensibilidad que perciba aquellos fenómenos que, aunque embrionarios, crean condiciones y vislumbran potencialidades; una suerte de hilo conductor para un cambio civilizatorio.
Ella nos invita a reflexionar hacia adelante, por lo cual sus análisis toman en cuenta –críticamente‑, las experiencias socialistas del siglo XX. En primer lugar porque la desorientación estratégica actual, sumada a la sospecha instalada de que no es posible otro mundo más allá del capitalismo, está anudada al fracaso del socialismo real, cuyos errores han sido manipulados por los poderosos para dar como verdadera su pretensión de haber arribado al fin de la historia.
Ante la pregunta: ¿Qué aporta la revisión crítica de las experiencias pasadas? Rauber considera que es importante porque contribuye a identificar nuevos perfiles de lo que será una nueva utopía liberadora y, también, a esclarecer la perspectiva estratégica alternativa de la actualidad, replanteándose la transición, enlazando las posibles diversas opciones de superación del capitalismo con la búsqueda de la liberación de los seres humanos explotados, marginados y oprimidos por el capital, esto es: con la posibilidad de crear y construir una nueva civilización humana. Lo que implica “crear y construir un nuevo modo de vida desde dentro del propio sistema”. Semejante reto, explica Rauber, requiere de un proceso social histórico concreto de búsqueda y enseñanza-aprendizaje, que reclama explorar y concebir “caminos que abran procesos de empoderamiento colectivo de los actores sociales y políticos en cada sector, zona, región del país, promoviendo y fortaleciendo su apropiación protagónica consciente y creciente del proceso liberador y de liberación”. Esto requiere de la irrupción de un nuevo sujeto político. ¿Es posible que un sujeto –incidido en y a través de estructuras sociales-culturales simbólicas que manipulan su conciencia‑ sea capaz de articular otras verdades y construir otras relaciones de poder? 
Isabel Rauber profundiza a lo largo de nuestra conversación en las características de esta alternativa “como un entramado de procesos complejos, simultáneos y multifacéticos, que combinan otros de articulación-auto constitución de actores sociales en sujeto colectivo, de construcción de propuestas, programa y proyecto alternativo, de poder, cultura, fuerza y organización político-social desde abajo”. Esta sería la base sociopolítica que resume –condensadamente‑, los fundamentos de una nueva estrategia de transformación social, de poder, de liberación, que Rauber identifica como “construcción de poder desde abajo”. Estrategia que se diferencia de la que apostaba todo al gradualismo reformista o lo reducía a la toma del poder como camino ineludible y único para transformar la sociedad.
La expresión “construir el poder desde abajo” no alude a una ubicación espacial, indica la filósofa. Es “una concepción y una lógica sobre la formación y acumulación de contrapoder, aunque evidentemente implica un posicionamiento político y social. Por lo tanto, no supone la negación a construir  poder en ámbitos que pueden ubicarse “arriba”. Pero es el “abajo” quien imprime el camino y la lógica sobre cómo hacerlo.”
De sus planteamientos derivan lógicas de análisis, conceptualizaciones y prácticas diferentes respecto de la política, el poder, la ciudadanía, la sociedad, los sujetos protagonistas… dimensiones diversas que demandaron a lo largo de nuestro diálogo la necesidad de diferenciar, por ejemplo, “basismo” de “construcción desde abajo”, de profundizar en la idea de “poder” que ‑desde la perspectiva de la filósofa‑ no es un objeto a alcanzar, ni es un acto; de repensar los sujetos del cambio (el sujeto revolucionario), comprendiendo que –según palabras de Rauber‑ “no existen como tales a priori”, no pueden predeterminarse al margen de las realidades histórico sociales concretas y de las experiencias de los actores y las actoras que en ella se desenvuelven.
En los conceptos e ideas que se fueron volcando en esta conversación, atravesada por una coyuntura en la que se nos plantean urgencias prácticas y también teóricas, se vislumbran tiempos conjugados en términos estratégicos, que no descuidan experiencias contemporáneas ni dan la espalda a las grandes ideas que iluminaron las luchas históricas de los trabajadores para transformar este mundo. El hilo conductor, el núcleo de estos diálogos pone en evidencia la aspiración epistémica y política de Isabel Rauber de no quedarse anquilosada en viejas prácticas y paradigmas frente a una realidad que a todas luces ha cambiado. Se observará que a lo largo de todo el recorrido conceptual existe una constante invitación a “desaprender”.
Esto se orienta claramente –no a “olvidar” el pasado, sino‑ al crecimiento, a la apertura de las mentes, al enriquecimiento, el inconformismo, la creatividad. Isabel nos invita a mirar la realidad de otra manera, incorporando sujetos, subjetividades, sensibilidades, aspectos, fenómenos, aristas e intersticios que antes no eran tenidos en cuenta o que responden a nuevas realidades. Lo que implica afrontar los problemas, los desafíos, de una manera distinta a la lógica que predominó durante el siglo pasado y que, aunque solapada a veces, aún persiste…
“Ya no se trata de disputar el saber al poder, sino que –al hacerlo- , disputa también toda la herencia colonial que el poder nos legó.” Esta afirmación atraviesa todo lo conversado desde una perspectiva dialéctica a la vez que intenta proponer una forma liberadora, descolonizada, de pensar el mundo que vivimos, analizamos y deseamos.
Frente a la importancia de llevar adelante semejante tarea, la interpelación de cómo se construye un sujeto político capaz de ir avanzando hacia ese cambio civilizatorio, está presente en todo este diálogo. Y Rauber deja en claro que no hay esquemas preconcebidos ni normativos, que “toda persona que asume una actitud crítica ya está en el camino del cambio civilizatorio, sobre el cual –en tanto es un proceso de años‑, ¿quién puede decir en qué grado estamos?” La toma de conciencia que se está produciendo en cuanto al respeto por la naturaleza es parte de ese cambio, es una acumulación que de repente hace un estallido y la humanidad evoluciona. En todo este proceso ocurren los gobiernos populares, las revoluciones democráticas; todo es parte del camino, con sus errores y con sus aciertos y logros.
Así llegamos a Karl Marx, cuyo pensamiento está presente medularmente en la analítica crítica de Isabel. Lejos de la exégesis dogmática, ella sostiene que el corpus teórico desarrollado por el alemán nos sigue aportando una plataforma de lógicas abiertas y por ello útiles, para la identificación de los ejes vertebradores de las sociedades actuales y sus dinámicas de reproducción social y de acción política.
El marxismo es redefinido críticamente por Rauber, rescatado en su esencia y a la vez  interpelado bajo los distintos signos en que fue interpretado. Se trata  de ese Marx que al referirse a su admirado novelista, dramaturgo y científico alemán, Johann Wolfgang von Goethe le dedicó una frase: “Gris es la Teoría, pero verde es el árbol de la vida”. Es en este sentido que Rauber, rescata, entre otros aspectos, el pensamiento del filósofo alemán más grande la historia, al sostener que –en tanto la realidad es abierta y cambiante‑, es indispensable actuar al estilo de Marx y actualizar o cambiar las categorías con las que la analizamos.
En nuestra conversación ella explica lo pertinente del análisis de la realidad que interpela a la teoría y no al revés. A la vez que encuentra en los escritos y documentos del filósofo alemán, elementos constitutivos de una propuesta política que fueron tergiversados, disecados, y que ella desarrolla al contestar: ¿Dónde están las claves de la propuesta política  en el pensamiento de Marx?
No es exagerado decir que esta conversación tiene una buena dosis de “irreverencias positivas”, dado que desafía dialécticamente a los denominados revolucionarios de manual, a los que no se cansa de invitar a pensar críticamente a partir de las realidades y sus sujetos.
“El marxismo está en la vida” sostiene tenazmente Isabel, mientras avanza nuestra conversación y nos invita a buscar la verdad en los hechos y en las experiencias colectivas; la principal tarea que inexorablemente debemos encarar –sostiene‑ para descolonizar la subjetividad, una invitación y acción-proceso que bautiza este libro.
Las historias de lucha del Siglo XXI ‑todas portadoras de utopías diversas‑ son pensadas en este dialogo como un camino múltiple, abarcativo y complejo que impone un verdadero, profundo y necesario cambio civilizatorio. Un cambio, que “no es tarea de pocos ni de elegidos” sostiene Rauber. Una definición y advertencia para aquellos intelectuales que aplican fórmulas preconcebidas lejos de una realidad cambiante, multifacética, contradictoria y, no pocas veces, imprevisible. Por eso ella va sistemáticamente al terreno, observa y analiza experiencias, dialoga con los sujetos y sujetas y luego vuelve a interrogar a los libros. Esto la lleva a sostener que los actuales procesos de luchas sociales y las experiencias de los gobiernos populares transformadores “constituyen laboratorios del nuevo mundo”,  que pueden ayudarnos a crecer colectivamente en saberes pero “si somos capaces de dar seguimiento y apropiarnos críticamente de las experiencias (…) buscar en ese sujeto colectivo, cambiante y creciente”, el protagonista de presentes y potenciales cambios, al portador de una revolución sin nombre.”
“No habrá posibilidad alguna de superar la trampa cultural del modo de vida generado por el capital si no se rompe de raíz con la lógica de su funcionamiento”. En ese punto la conversación no se reduce a describir con indignación los rasgos de los diversos rostros de las violencias del sistema. Rauber no se instala en esa posición cómoda; colabora desde una visión estratégica que –a partir de experiencias concretas‑, analiza los cambios y las dimensiones que conforman la realidad que deseamos transformar quienes luchamos por alcanzar, aún con diferencias, un horizonte emancipador. ¿Cambio de sistema o Nueva civilización? ¿La principal contradicción es Vida o Muerte o Capitalismo o Socialismo?  ¿Qué socialismo? ¿Construcción de Poder?, ¿qué poder? ¿Revolución?, ¿qué revolución?  ¿Quiénes son sus protagonistas? ¿A quiénes abarca ese sujeto de y para la transformación? ¿Se puede empezar a transformar la sociedad capitalista desde dentro o es necesario comenzar por tomar el poder para luego transformarla?
Reflexionando, precisamente, sobre las experiencias de la revoluciones sociales del siglo XX, y siempre teniendo como brújula que el problema principal de la revolución es la liberación humana, Rauber afirma que “la transformación de la sociedad nunca será posible si lo nuevo no comienza a impulsarse y construirse desde el presente –aunque ello ocurra de modo fragmentado e inacabado‑, en las resistencias, las luchas y las construcciones cotidianas en todos los ámbitos de la vida social, familiar e individual”. En esta perspectiva, “la supuesta contraposición entre tomar el poder o transformar la sociedad resulta falsa, sostiene Rauber, pues la transformación de la sociedad supone el empoderamiento de los pueblos, quienes –por esa vía‑ van ‘tomando el poder’ en la medida en que lo construyen y sostienen.” La “toma del poder” la concibe entonces como un proceso de empoderamiento colectivo que se inicia en la sociedad capitalista que se busca transformar. Es decir, no la reduce a un acto como tampoco reduce el poder al poder político ni al aparato estatal, superestructura de sostén del modo capitalista de producción.
Isabel Rauber coincide con el ideario y el empeño de István Mészáros de ir “Más allá del capital”. Ambos nos hablan de una alternativa hegemónica diferente, que no se vea atrapada por las restricciones del orden existente al mantenerse en dependencia del objeto de su negación, como ocurrió en el pasado. A la vez, nos advierten que las negaciones no son suficientes por sí solas. Entonces, ¿no se trata de construir una contra hegemonía al capital? ¿Es contraproducente? ¿Qué significa esta idea de superar la trampa cultural del capital? ¿Por qué la factibilidad del éxito guarda una relación de dependencia vital con el objetivo elegido de la acción transformadora, si lo definimos como “ir positivamente más allá del capital”, y no simplemente como el derrocamiento del capitalismo?
El sentido primer y último de la transformación social es la liberación, la superación de la enajenación y no la competencia con el capitalismo. Esto implica deconstruir la dominación y construir nuevos saberes, cultura propia, capacidad organizativa y gobierno de lo propio en el campo popular, descolonizarse, según palabras de Rauber. Y esto también atañe a una nueva concepción de organización de la sociedad, de las relaciones entre las clases y los sectores sociales y también a la vida familiar articulada sobre las relaciones sociales entre hombres y mujeres. Descolonización y despatriarcalización se unen entonces en un camino de democratización raizal de las sociedades hacia lo que ella anuncia como una nueva civilización.
Estos procesos articulados moldean la “batalla cultural”, un campo de confrontación perpetua, en tanto es el terreno privilegiado del poder para afianzarse ideológicamente por diversos medios. Por eso resulta central discutir palmo a palmo la lógica del capital en un sentido integral.  Se trata, en síntesis, sostiene Rauber, de “un debate de poder, para salirse del círculo de muerte de la hegemonía de dominación del capital.”
De ahí que, por ejemplo, la mirada de género, es planteada en esta conversación como una perspectiva que contribuye a visibilizar la cultura de dominación, rompiendo las barreras del pensamiento tradicional que separa la cotidianidad y lo reivindicativo social de la política y lo político. Las recientes experiencias llevadas adelante por mujeres movilizadas por el reclamo de distintos derechos, entre ellos, la despenalización del aborto, resultan profundamente cuestionadoras de las relaciones de poder, de la cultura del poder dominante, desde lo público hasta lo privado. En palabras de Rauber “desnuda sin miramientos el carácter político de las relaciones que se desarrollan en el mundo privado y supuestamente no político (…) De ahí que su consideración, haya estado presente en nuestra conversación a la hora de abordar la proyección política encaminado a una transformación del poder (desde abajo).”
Desde este posicionamiento político-cultural, el diálogo es atravesado por nuevas preguntas que ayudan a explicar los aportes que han hecho los sujetos populares que lideraron (y lideran) las resistencias y luchas sociales enfrentando los embates neoliberales a fines del siglo XX e inicios del siglo XXI. ¿Por qué en estas experiencias se ve germinar otra concepción integral del poder que recupera las miradas de Marx y de Gramsci, por ejemplo?, es otra pregunta que atraviesa nuestra conversación.
Son tiempos, en que para unos sobra y para otros no alcanza el tiempo. Toda vez que analizar la realidad para su transformación exige entender los procesos en sus contextos históricos, repasarlos, avanzar en los análisis frente a una realidad cambiante y avasalladora que no debería reducirse únicamente a modos de intervención coyunturales producto de la urgencia, aunque muchas veces la realidad nos demande estar en la calle.
Pensar estratégicamente lleva tiempo, pero más tiempo se lleva, y sin destino estratégico, la impronta evanescente que a las acciones políticas le impone la urgencia frente a la brutalidad del sistema imperialista-capitalista.
Este texto es una invitación a sentarse en esta mesa de análisis, reflexiones, experiencias y propuestas posiblemente inacabadas, sencillamente porque ese horizonte emancipador que buscamos necesita de todos y todas. Porque la experiencia de romper la lógica impuesta del sistema en todos los órdenes, requiere primero romper la propia, en el reconocimiento de que el mundo ha cambiado y está cambiando, y también los sujetos y sus formas de pensar la transformación.
El pensamiento crítico de Isabel Rauber ‑que ha sido plasmado en varios ensayos, artículos y libros‑, es la base para este fructífero diálogo que busca ampliar el marco conceptual profundizando en las respuestas y proponiendo nuevas interrogantes. A nuestros lectores, los invitamos fraternalmente a sumarse a nuestra conversación y a que se apropien de cada una de estas páginas desde una posición activa.
Finalmente quiero decir que las definiciones y conceptos que aquí se plantean, fueron ordenados con el propósito de facilitar su lectura. Al no concebir esta conversación como un acto rígido y acabado, no intentamos agotar ninguno de los temas aquí tratados: Más bien, Isabel Rauber los transita con la idea de promover y sumar nuevos diálogos y conversaciones que colaboren en la comprensión de pasadas, presentes y futuras experiencias de transformación, toda vez que el anhelo es recuperar nuestras capacidades para pensar y actuar en una realidad cambiante y avasallante, guiados por la búsqueda de liberación.
Palabras sin final y necesarias
Durante el lapso en que se desarrollaron nuestros encuentros y, en coincidencia con el aniversario 100 del nacimiento de Karl Marx, se han despedido de este mundo grandes pensadores, todos ellos citados aquí, inspiradores y constructores de ideas que son retomadas por Isabel Rauber con su impronta política, ideológica y filosófica. Vaya, entonces este humilde homenaje por la constante musa inspiradora que siguen y seguirán aportando a la lucha de los pueblos por alcanzar un horizonte liberador “más allá del capital”. Ellos son: El teólogo belga, radicado en Ecuador François Houtart, vinculado a la Teología de la Liberación; El economista, geopolítico, científico y politólogo marxista, Samir Amin nacido en Egipto y radicado en París y Dakar; el húngaro István Mészáros, filósofo marxista indispensable para pensar los nuevos horizontes civilizatorios. Y en estas palabras sin final que le siguen dando la bienvenida a los grandes inspiradores de las luchas de la humanidad por su emancipación, está presente también el recuerdo del gran líder cubano, Fidel Castro Ruz, quien encabeza la lista de todos aquellos que nos han dejado un legado para el presente y el futuro de un mundo que sigue nutriéndose de sus ideas que, al día de hoy, siguen estando presentes en las batallas.
Les invito a leer las reflexiones de Isabel Rauber aquí vertidas, convencida que inspirarán debates insoslayables en cada realidad. No he pretendido resumir sus ideas, sino provocar a la diversidad de sujetos y sujetas para que se apropien de esta conversación y la continúen, en tanto es parte de las herramientas político-culturales para la transformación.

 

1 comentario:

Guillermo dijo...

Gracias querida compañera, por su esfuerzo intelectual y politico al proporcionar nuevas miradas para salvar al mundo.
Fraternalmente
Desde Chile
Gmo Gonzalez Navarro.